La torrija o torreja aparece ya documentada en el siglo XV, citada por Juan de la Encina: «miel y muchos huevos para hazer torrejas», al parecer como plato indicado para la recuperación de parturientas. Las primeras recetas se remontan al Libro de Cozina de Domingo Hernández de Maceras (1607) y Arte de cozina, pastelería, vizcochería y conservería de Francisco Martínez Motiño (1611).
Su asociación a la Cuaresma se debe tal vez a la necesidad de aprovechamiento de pan, que, durante el tiempo en que no se podía comer carne, era por ello menos consumido, aunque las familias elaboraban la misma cantidad.
La torrija consiste en una rebanada de pan (habitualmente de varios días) que es empapada en leche o vino y, tras ser rebozada en huevo, es frita en una sartén con aceite; finalmente, se aromatiza, a gusto, con diversos ingredientes: canela o algún licor, y se endulza con miel, almíbar o azúcar.
En Francia se prepara, con similares características, el pain perdu (pan perdido), si bien éste no se fríe en aceite abundante sino a la plancha, conociéndose en Reino Unido y países de habla inglesa como french toast.
En Colombia y Chile se llaman «tostadas francesas» y en México «pan francés», endulzados con jarabe de arce o con azúcar, aunque en el norte de México, es conocida como «torreja». En Argentina y Uruguay existe un modo sencillo de elaborar torrijas (que suelen ser llamadas en estos países «torrejas», se humedece con leche miga de pan común, se le da forma de bollo, se pasa el bollo por yema de huevo batida y se fríe, luego cada bollo puede ser espolvoreado con azúcar.
MI RECETA
Una barra de pan del día anterior
1/2 litro de leche
Azúcar
1 huevo
Canela en polvo
Aceite de oliva
Disolvemos el azúcar en la leche. Cortamos el pan en rebanadas un poco gruesas y las sumergimos en la leche azucarada.
Batimos el huevo y le añadimos una cucharada de azúcar.
En un cazo ponemos aceite suficiente y cuando esté caliente, pasamos el pan por el huevo y las freímos. Cuando cojan color dorado, las ponemos sobre papel absorbente.
Las servimos aún calientes, espolvoreadas con azúcar y canela.
Abr 02, 2010 @ 21:01:33
Qué buenas! El otro día me pegué un atracón de 7 para cenar… y qué buena historia la que has contado. Me ha encantado… y las haces igual que las hacía mi madre… mmmmmm porque no tengo pan de ayer (ni de hoy)si no… repetía cena… torrijas acompañadas de un vasote grande de leche. Un besazo
Abr 10, 2010 @ 22:17:30
La próxima vez que las hagas, prueba con pan de molde con corteza. ¡¡¡Salen increíbles!!!