Las almendras como otros frutos son fuente de hidratos de carbono saludables. 100 gramos tienen 576 calorías. Un porcentaje de grasas de 49 gramos, destacando los ácidos grasos poliinsaturados como los Omega-3 y Omega-6, (tienen unos 12 g por cada ración de 100 gramos de almendras). La misma cantidad, 12 gramos la tiene también de fibra alimentaria. Entre otros nutrientes tiene vitamina A, calcio, magnesio y potasio.
Este dulce sencillo, que solo consiste en frutos secos caramelizados, tiene historia. Hay constancia de que, ya en el siglo XVI, se preparaban en algunos conventos y por maestros confiteros. Las más famosas son las de Alcalá de Henares y las de Briviesca (Burgos).
Almendras garrapiñadas
250 g de azúcar
200 g de almendras con piel
250 g de agua
Ponemos todos los ingredientes juntos en la sartén y los calentamos a fuego medio. El azúcar comienza a disolverse y luego a tomar color. Lo dejamos así, con el fuego medio, hasta que el caramelo empieza a burbujear y formar una especie de espuma; entonces bajamos el fuego para que el caramelo mantenga un mínimo de hervor pero que no se queme. Así, con el fuego bajo, vamos removiendo con una cuchara o espátula de madera dejando que el agua se vaya evaporando y el caramelo se ponga más denso.
Sin dejar de remover, veremos que el caramelo se queda sin líquido y se pone seco, como una arenilla. Cuando tenemos el azúcar así subimos un poco el fuego para lograr que las almendras se vayan caramelizando sin pegarse unas a otras. Seguimos removiendo para que el caramelo se distribuya de manera homogénea sobre las almendras.
Cuando vemos que las almendras están cubiertas por esa capa de caramelo algo irregular tan característica las retiramos de la sartén y las volcamos sobre una hoja de papel de hornear. Con la ayuda de una espátula o cuchara las separamos para que no quede ninguna unida y las dejamos enfriar completamente. Se conservan muy bien en un bote de cristal.